martes, 29 de septiembre de 2009

el absurdo

Se nos ha arrojado a la vida como se arroja un ladrillo al mar, con la ternura del que se sabe asesino y saborea el aquitamieno inducido de las ideas (¡que hermoso y tan poco convencional Nirvana!)
Hablemos hoy, como desde luego se viene ya inevitablemente hablando desde qntes que se torturara esta tinta, sobre el enorme vacio que siento al verme como un ser que piensa y siente para su inevitable desenlace como simple artifice de lagrimas cuando no sea mas que tierra, esto con riesgo de exponer un narcisismo hasta tal punto idiota, suponiendo claro esta que no muera solo y en alguna fria celda, acompañado de la siempre nostalgica luna.
Es por esto que quizas siempre que miramos a los ojos, a lo profundo de cada quien, encontramos invariablemente un insondable abismo, cada uno con sus particulares fantasmas y rencores, pero con la consistente que manifiesta una entrada , mas no una salida a una mas que solida oscuridad.
Y es que es tan abrumador el sentimiento de soledad, que nosotros tratamos de correr, huir y escondernos en recovecos trazados por una mano desesperada ¡ que gran broma es nuestra vida! Que nos sentimos tan felices al pegar nuestros labios con la persona amada, no dandonos cuenta que muchas de las veces estamos prostandonos, no ya a un objeto de veneracion, sino a una fuga instantanea de la angustia cotidiana.
Queda ya dicho lo necesario, al dolor del absurdismo se le alimenta con la rutina y el constante trazado identico de pensamientos ya analizados y sentimientos ya experimentados, y se le combate con un decorativo plomo en la sien, o con el frenetico trazado ya mencionado hasta que la superficie que nos mantiene ceda y de paso a nuevas posibilidades.
Dicho sea de paso, la primera opcion es mas frecuente.

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